La amistad según Aristóteles
https://evolucionantes.blogspot.com/2013/11/la-amistad-segun-aristoteles.html
Lo que el griego escribió hace miles de años resuena hoy con mucha
fuerza y es importante lectura para re-definir el elusivo concepto de
“amistad” que con el tiempo se ha ido enajenando de su significado.
En el paisaje social que nos toca vivir
en este momento, en que se llama “amistades” a un cúmulo de personas que
frecuentamos en redes sociales y plataformas virtuales, es importante
considerar lo que el concepto “amistad” realmente conlleva. La manera en
que la amistad resalta el bienestar no tienen nada que ver con la
cantidad y todo que ver con la calidad. Ya Francis Bacon la describió como “el alivio y la descarga de inflamaciones y saturaciones del corazón” y Henry David Thoreau como “una de las grandes recompensas de la vida”, y es sabido que ninguno de ellos tuvo más de siete u ocho amigos
en su vida. “Lo bueno de los tiempos difíciles”, dice el dicho popular,
“es que ahuyenta a las falsas amistades”. Pero quizá valga la pena
remontarse a lo que dijo, primero que nadie, Aristóteles.
Esto es lo que explora el profesor de filosofía de CUNY, Massimo Pigliucci, en Answers for Aristotle: How Science and Philosophy Can Lead Us to a More Meaningful Life
[Respuestas para Aristóteles: cómo la ciencia y la filosofía pueden
llevarnos a una vida más significativa]. Primero que nada nos recuerda
que Aristóteles reconocía tres tipos de amor –agape, eros y philia—los
cuales sobrevivieron como un profundo modelo para iluminar la naturaleza
de las relaciones. Pigliucci describe la taxonomía:
Agape es un
tipo de amor vasto, el tipo que personas religiosas sienten que Dios
tiene por nosotros, o que una persona secular podría tener por la
humanidad entera. Eros, naturalmente, tiene más que ver con el
amor que tenemos por parejas sexuales, aunque los griegos lo
consideraban de manera más amplia que nosotros. Philia es el
tipo de amor que nos concierne aquí porque incluye la clase de
sentimientos que tenemos por amigos, familia e incluso compañeros de
trabajo.
Por un genuino amor a las listas y a las
taxonomías, subsecuentemente Aristóteles clasifica las amistades en
tres categorías distintas: de placer, de utilidad y de virtud.
En la amistad de
placer, tú y otra persona son amigos por el placer directo que su
amistad brinda; por ejemplo, te gustan y te haces amigo de personas que
son buenos conversadores, o con quien puedes ir a conciertos, etcétera.
Las amistades de utilidad son aquellas en las que tú obtienes un
beneficio tangible, ya sea económico o político, de la relación. La
explotación de otras personas no esta necesariamente implicado por la
idea de amistades de utilidad: primero porque la ventaja puede ser
recíproca, y segundo porque una relación laboral o política no excluye
tener sentimientos genuinos o afecto el uno por el otro. Para
Aristóteles, no obstante, la más alta clase de amor era uno de virtud:
tú eres amigo de alguien por el tipo de persona que es, es decir, por
sus virtudes (entendiendo las éticas de la virtud en el antiguo sentido
griego, y no en el estrecho sentido moderno, derivado en gran medida de
la cristiandad).
Todo lo anterior apunta a que la amistad
nos permite un punto de vista más dimensional para vernos a nosotros
mismos y al mundo que nos rodea; ayudándonos, por lo tanto, a atisbar
algunas pistas sobre el significado de la vida. A continuación Pigliucci
nos remonta de nuevo a Aristóteles, compartiendo dos conceptos por lo
demás encantadores: los espejos y la eudaimonia. Los primeros son la metáfora perfecta de las relaciones del humano con el mundo, la segunda, la eudaimonia,
es un concepto griego que define la “alegría” como un demonio que nos
posee, e implica en su definición que la felicidad es siempre una
visita, nunca una permanencia; idea que habla claramente de la amistad
como un medio intermitente y confiable para ser “poseídos” por ese bello
demonio.
La opinión de
Aristóteles era que los amigos sostienen un espejo el uno al otro;
mediante ese espejo pueden ver al otro en maneras que de otra manera no
sería accesible para ellos, y es este espejeo (recíproco) el que los
ayuda a mejorarse como personas. Los amigos, entonces, comparten un
concepto similar de eudaimonia [griego para “tener un buen
demonio”, a menudo traducido como “alegría”] y se ayudan el uno al otro a
obtenerlo. Así que no sólo es que los amigos son instrumentalmente
buenos porque enriquecen nuestra vida, sino que son una parte integral
de lo que significa vivir una buena vida, de acuerdo con Aristóteles y
otros antiguos filósofos (como Epicúreo). Por supuesto, otra razón para
valorar la idea de la amistad es su dimensión social. En palabras de la
filósofa Elizabeth Tefler, la amistad proporciona “un grado y un tipo de
consideración por el bienestar de otros que no puede existir afuera".
Fuente: FAENA
Fuente: FAENA
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